RECICLAJES: JUAN NAVARRO BALDEWEG Este artículo tiene 862 palabras. Palabras Clave: Rigor y libertad. Sedimento histórico. Variedad formal y constructiva. |
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Molinos del Río Segura. Arquitecto: Juan Navarro Baldeweg Situación: Murcia, España Fecha: 1984-88 Sección longitudinal, por Juan Navarro Baldeweg Comentario gráfico, por Enrique Granell Centro Cultural y Museo Hidráulico. Memoria El Puente Antiguo, los muros de encauzamiento del río en torno al Puente y los Molinos Viejos de Murcia, forman un núcleo urbano unitario que caracteriza el corazón de la ciudad y el punto más significativo de la intersección de ésta con el río Segura. Es evidente la gran repercusión que la rehabilitación de los Molinos tiene en la imagen completa de la ciudad. En virtud de esa unidad física, cualquier obra sobre los Molinos afecta a todo el área de ciudad que en ambas márgenes se asoma al río. El proyecto de rehabilitación cierra y completa la imagen de tanta importancia urbana del margen izquierdo, proponiendo un equilibrio visual bien definido del lado del Barrio del Carmen. Los Molinos fueron concebidos a la par que los muros de contención y el Puente Viejo de piedra, según trazado de jaime Bort; la construcción del conjunto se llevaría a cabo entre los años 1718 y 1741. El esquema configurativo inicial de esta zona del Barrio del Carmen es fruto del mismo impulso, en reformas y actuaciones, que en el siglo XVIII propiciara Floridablanca. Esta vinculación de origen de los Molinos a otros factores urbanos cercanos, su íntima conexión con la definición de la cornisa urbana sobre el cauce del río, la condición de encrucijada junto al Puente Viejo, el carácter público del conjunto de los Molinos, así como la raíz unitaria de las reformas urbanas de la zona han pesado significativamente en la orientación de nuestra propuesta. En un tiempo los Molinos fueron una construcción prismática paralela al río, con canal descubierto tras ella, quedando, por tanto, en línea con el muro de contención y su cubierta plana enlazando en la continuidad del nivel levantado de la ciudad sobre los muros del río. Esta pieza prismática albergaba en una sola planta el conjunto en serie de los mecanismos hidráulicos de los Molinos. Su construcción sobria y fuerte se ennoblecía en su parte superior por un orden de pilastras que indicaban el nivel de los espacios de trabajo en su interior. Posteriormente, en el siglo XIX, al dividirse la propiedad de los molinos, este estrato de pilastras y la cubierta plana unitaria comenzaron a desfigurarse por crecimientos e iniciativas espontáneas de ampliación vertical, adquiriendo finalmente un aspecto fragmentado y hetereogéneo. En nuestra opinión, aquella primitiva condición unitaria debe ser reconsiderada cuando los Molinos pasan a ser nuevamente un bien de uso público en su destino como Centro de Cultura y Museo Hidráulico. Como una recomendación previa, y teniendo presente esta correlación apuntada entre programa y forma, las decisiones del proyecto en la rehabilitación se han basado preferentemente en una vuelta al aspecto más genuino de los Molinos. Con ello, se podría garantizar la ejemplaridad de unas piezas muy singulares del patrimonio arqueológico industrial, y además parece apropiado pensar que esa forma inicial unitaria se aviene mejor con el uso público propuesto. Los planos del nuevo Centro de Cultura y Museo Hidráulico revelan el modo en que conviven el esquema continuo y lineal de los antiguos Molinos y la formación de unos espacios que tienden a emanciparse y a organizarse como lugares autónomos. La sala de actos de la planta baja, y la biblioteca, arriba, se disponen alrededor de un eje vertical coincidente con un patio-lucernario que ilumina las salas de lectura y conduce la luz al centro de la sala de actos. La convivencia de una fluidez espacial lineal y la creación de núcleos en los elementos compositivos, se aprecia bien en las secciones y también en el perfil general de los alzados. En la banda asentada sobre el plano del paseo alto se puede distinguir claramente, pese a la continuidad constructiva, el volumen escultural y cerrado de la biblioteca y, asimismo, el volumen que corresponde a la cafetería-restaurante, abriéndose en forma escalonada hacia el paseo y creando un lugar apropiado de uso al aire libre. La plaza del lado Sur queda rematada al Oeste por las Antiguas cuadras, conjunto abovedado que probablemente perteneció a un cuartel de caballería anterior a los Molinos, cuya rehabilitación como sala de exposiciones temporales complementa el programa del Museo y del Centro de Cultura. Su segregación física permite también un uso más autónomo. Los criterios seguidos por ese proyecto de rehabilitación se orientaron en direcciones opuestas: rigor en la restauración del orden físico original de los Molinos y, a la vez, libertad en la construcción de una adición sin perturbar sustancialmente su imagen básica. Ambos criterios, de rigor y libertad, apoyan la generación de vida urbana que el Centro y Museo, en su forma y uso, provocan. La propuesta se estableció por tanto, en dos niveles: restauración en el estrato básico, el sedimento histórico inicial, el mismo en el que se apoya la arquitectura de la ciudad y, por otra parte, asunción de una nueva variedad formal y constructiva en lo adicional, obedeciendo al uso requerido en nuestro momento. Por consiguiente, la rehabilitación, en parte purista, no se niega a la misma razón acumulativa que dió pie a los crecimientos espontáneos de los Molinos a partir del siglo XIX. La relación de lo histórico o tradicional y lo actual admite también hacerse visible en forma estratificada. |