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1995. 26
LA CADENA DE CRISTAL

 
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CARICATURAS.

JOSE MANUEL LOPEZ-PELAEZ.





Alejandro de la Sota, autocaricatura.


Hace poco tiempo estuve en el estudio de Don Alejandro junto con unos amigos. No era solamente una visita amistosa sino que la reunión sería filmada para incluirla en un video que se realizaba durante estos días para proyectarlo en la exposición: "Alejandro de la Sota, Arquitecto", organizada por la Junta de Andalucía. Se nos había propuesto hablar sobre el Edificio de Aulas y Seminarios, construido en Sevilla hacia 1972.

Nos sentamos en torno a una gran mesa cuadrada sobre la que estaban desplegados planos y fotografías de este edificio. Alrededor nuestro se movían los técnicos de rodaje, y el realizador daba instrucciones sobre la disposición de la cámara y los focos. Don Alejandro se refirió a muchas cosas, como casi siempre hace, habló de algunas ideas acerca del proyecto que nos estaba contando, respondió a mis preguntas de forma inesperada y nos hizo reir a todos con sus ocurrencias.



Después, cuando tuve ocasión de ver el video ya montado, me sorprendió una frase que durante la sesión había pasado inadvertida y que consideré enigmática. Refiriéndose a la obra concreta sobre la que estabamos hablando Sota nos preguntó: ¿Es éste el edificio o es su caricatura?. Recordé que Don Alejandro es aficionado a dibujar caricaturas y pensé que la frase tendría alguna relación entre la manera de hacer su arquitectura y esos retratos.

En el archivo de Don Alejandro se guardan cientos de estos dibujos, algunos están publicados y han cobrado cierta popularidad. No cabe duda que manifiestan la facilidad con que se emplean los rasgos gráficos, no sólo para mostrar las ideas sino también como un verdadero instrumento de diálogo entre la actividad mental y su concreción física.



Sota retrata a las personas que tiene alrededor, a sus colaboradores o a gente que recuerda de cualquier relación significativa. Dibuja tanto a su propia familia como a personajes célebres que ha conocido directamente o que observa a través del televisor. Traduce la naturaleza que le rodea a trazos muy precisos -grandes "amigos" y grandes "enemigos"- en los que tambien refleja su propio yo. Es una afición muy antigua y se sabe que realizó su primera exposición de caricaturas a los 17 años. Refiriéndose a estos dibujos le he escuchado decir: "Las caricaturas tienen que hablar. Sólo me interesan las que están bien dibujadas".

caricatura


Pero qué relación tiene todo ello con aquella enigmática frase:
¿Es éste el edificio o es su caricatura?.

Una caricatura (término que se deriva del latín carricare , cargar) es, según el diccionario, una "figura ridícula en que se deforman las facciones y el aspecto de alguna persona". También se contempla otra acepción: "Obra de arte en que claramente o por medio de emblemas y alusiones se ridiculiza a una persona o cosa". La Real Academia, por tanto, relaciona siempre la palabra "caricatura" con cierto deseo de desfigurar algo o a alguien con una intención crítica.

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Seguramente Don Alejandro estaría de acuerdo con la categoría de Obra de Arte que contempla la segunda acepción, sobre todo si la entendemos relacionada con la posibilidad de expresar con dibujos una determinada percepción del mundo de forma inteligente y sensible. Pero no es lógico pensar que Sota se refiriera a la representación de atributos "ridículos" o "desfigurados" al hablar de uno de sus edificios. Probablemente nos explicaba que el proyecto ponía énfasis sobre algunas ideas que él consideraba esenciales en relación con los problemas que trataba de resolver y que, llevando esas intenciones al límite, el edificio se convertía en la expresión potente, más sustancial y expresiva, de esas mismas ideas.
En este sentido llegaríamos a otra forma de entender una caricatura distinta de las que ya se han mencionado y que no acumula su "carga" en la deformación, o en el interés por "desfigurar y criticar", sino que pretendería indagar en la situación interna de algo para poder cristalizarla y presentar su estructura profunda. Según este planteamiento podemos entender la caricatura como "una aproximación a la realidad para desvelar ciertas cualidades esenciales de ella que se ponen de manifiesto con cierto énfasis".

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Esta visión sustancial de lo que hay alrededor estaría más cerca de la actitud de Don Alejandro al observar el mundo -personas, proyectos o edificios- con el esfuerzo de acercarse a su esencia. Si esa comprensión se produce (y consiste en detectar un sonido mental muy concreto) se accede a la capacidad de traducir ese pensamiento mediante un rasgo certero y dibujar su presencia más sutil por detrás del mundo denso, aparente e inmediato que se percibe de forma mecánica.
En toda caricatura bien hecha se asume la certeza de que es necesario abandonar ciertos rasgos superfluos para que lo más importante gane intensidad. Y este procedimiento tiene mucho que ver con la manera de realizar un Proyecto.

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La posibilidad de llevar las ideas hasta el límite, de extremar una determinada actitud, se nos presenta como una forma de probar su firmeza. En este sentido, convertir un proyecto en su caricatura permitiría presentar y manifestar, sin intermediarios, las ideas más fuertes que lo generan. Reflejar en la configuración su propia esencia.
Sin duda, todas estas sugerencias ayudan a desvelar algunos aspectos de aquella pregunta: ¿Es éste el edificio o es su caricatura?. Pero quizá podamos avanzar en otro sentido si consideramos el carácter de Don Alejandro, si recordamos su sentido del humor o el aprecio por los dibujos de Castelao y si tenemos en cuenta la fina ironía que subyace tras sus afirmaciones.

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Todo ello tiene que ver con el gusto de Sota por el juego y por la risa, y con ese estado de ánimo que le lleva a disfrutar con las ocurrencias una y otra vez. Así, las caricaturas harían referencia al juego como procedimiento relacionado con la actividad artística. No se trata tanto de deformar la realidad como de cuestionarla con inteligencia y mirarla desde otro punto de vista que puede resultar sorprendente, y cuyo autor busca esa sorpresa y se divierte con ella. Es una risa seria que puede dar lugar a auténticas travesuras.
Sin embargo, esta condición risueña y amable esconde la paradoja del ascetismo y la crítica afilada, también de la autocrítica. La caricatura requiere necesariamente una selección de rasgos y esta labor obliga a asumir la responsabilidad que implica cualquier renuncia.
En la búsqueda de lo esencial que la abstracción persigue, y que se halla en el fundamento de las caricaturas, existe necesariamente la referencia a un modelo ideal. Pero Sota valora más la tensión presente en esa tendencia hacia lo perfecto que la necesidad de que el resultado final pudiera alcanzar dicha perfección. En sus mejores obras apreciamos esta cualidad del edificio haciéndose de acuerdo con las ideas, más que del edificio hecho. Ello supone, en definitiva, reconocer y aceptar la imperfección inherente a una etapa intermedia, construida, de cualquier proceso creador.
El reconocimiento del imposible modélico, que las caricaturas ponen de manifiesto mediante la amplificación de ciertos rasgos, podría permitirnos terminar recordando la afirmación del personaje con la que aquel inteligente cineasta americano finalizaba una de sus más célebres películas: "Nadie es perfecto".

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Pero si volvemos a mirar el Diccionario de la Real Academia, junto al sonido "caricaturizar" encontramos la palabra "caricia" (de caro, amado) que significa "Halago, agasajo, demostración amorosa", y también "Demostración cariñosa que consiste en rozar suavemente con la mano el rostro (cuerpo) de una persona...". Es posible que las caricaturas también representen, por último, ese aprecio que se traduce en el roce del lápiz con el papel para representar una idea, un deseo o un recuerdo. De esta forma nos revelan, más que otros dibujos o escritos, el trasfondo humano menos conocido y el aspecto más entrañable de Don Alejandro.

José Manuel López-Peláez.
Madrid. Verano de 1995.

CIRCO M.R.T. Coop. Rios Rosas n. 11, esc. A, piso 6, 28003 MADRID.
Editado por: Luis M. Mansilla, Luis Rojo y Emilio Tuñón