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Key words: pueblo, restaurar, casas, lugares



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"Casas y lugares en Grajal de Campos"
(Sobre el construir en un pueblo de Tierra de Campos)

por Moisés Puente



Memoria

Claro de Alba nos habla en su libro El Veloz en el siglo XVI de unas ordenanzas, quizá hoy perdidas, por las que se regían los vecinos de Grajal de Campos:

1. - Se obliga la asistencia a las procesiones de la villa, bajo pena de un real de multa, y doble si se anduviese con carro.

2. - Se prohibe que los cerdos anden sueltos por las calles bajo multa de cinco maravedíes; y no pudiendo pedir daños si apareciesen heridos o muertos.

3. - Se prohibe la introducción del vino bajo la pena de dos mil maravedíes y la pérdida del carro, bestia, etc.

4. - Se impone una real multa al que guarde guindas en cesta, manga, capilla, falda, etc., y cinco maravedíes si sólo las comiere.

5. - Se prohibe andar por el empedrado con madreñas herradas.

6. - Se prohibe que cada vecino pueda tener más de cuatro cabezas de ganado ovejuno.

Hoy, desgraciadamente, Grajal de Campos no cuenta con ordenanzas de este género. Y digo desgraciadamente, no porque se añore un catálogo de obligaciones-prohibiciones semejante, sino por falta de personal sobre las que aplicarse.

La emigración ha diezmado de tal manera la población, que ha convertido lo que era una auténtica villa en el siglo XVI, a la aldea actual que cuenta con unos exiguos 300 habitantes, en su mayoría ancianos. Hasta el Conde de Grajal, responsable de muchos de los miedos del pueblo, se encuentra hoy en paradero desconocido, dejando tras de sí una ola de abandono sobre sus antiguas pertenencias.

Si el abandono afectara sólo a los inmuebles de la Casa de los Condes, se podría entender como una especie de venganza del pueblo para con sus dráculas; pero el abandono acompaña también al pueblo. Las construcciones se desploman y en poco tiempo, aquello puede pasar de ser un pueblo abandonado a un pueblo-montón-de-escombros. Incluso las nuevas empresas más o menos recientes, se hacen desde el abandono. Desde el abandonarse de una comunidad agraria culta (cultivada) a la confianza que depositan sobre unos personajes aculturizados y manipuladores (arquitectos), que bajo la excusa de una pretendida actitud respetuosa, escupen todo un repertorio folclórico-regionalista o, en el mejor de los casos, catálogos pseudomodernos en operaciones cosméticas.

Restaurar un pueblo, no significa rehacerlo o conservarlo en un estado tipificado, como si de una momia se tratara, sino, retomando las palabras de Viollet-Le-Duc 'restablecerlo en un estado completo que puede no haber existido jamás en un momento dado'. Precisando más, se trataría, más que restaurarlo o rehabilitarlo, RE-HABITARlo, no cuantitativamente (captando más habitantes a través de operaciones externas a la propia comunidad), sino en los propio atributos del habitar. Actuando sobre lo que existe para elevarlo a la intensidad de escenarios para las vivencias y los recuerdos. Donde los sitios, lugares y las cosas sean soporte de la memoria y parte inseparable de la biografía de las gentes (hoy en día bajo mínimos). Pensar en el habitar de unos personajes, no importa si son ficticios, que determinen los atributos y carencias de los lugares existentes y sus reacciones con lo nuevo a construir.

Una intervención realista, entendiendo por real todo aquello que falta, todo lo que ha de ocurrir, y cuyo fermento son los sueños y deseos de los que lo habitan. Dejar que estos nuevos habitantes se instalen en los esos lugares; lugares de lo existente y lo porvenir. Volver a nombrar estos lugares del habitar

. . . casa. . . . camino. . . . puente. . . . árbol. . . . jardín. . .


Conservar de ellos lo que es esencial y que no debería dejar de serlo nunca. Renombrar, como si de una invocación se tratara, oficios y personas que no podemos dejar de intentar volver a entender

. . . niño. . . . anciano. . . posadero. . . .conde. . . .


Intentar instalar esos personajes en esos lugares, para desde ahí construirlos. Sin nostalgias; sin entender la parte de tradición que contienen dichas palabras como el mantenimiento forzado de unas prácticas y actividades de composición que conservan lo agradable de un pasado, sino como experiencia colectiva acumulada que retome siempre el érase-una-vez.

Inaugurar lugares y casas con la misma intensidad con la que un cronista de la época relata la reinauguración del Cristo Crucificado de Grajal de Campos el 18 de diciembre de 1882 y que apareció en la Crónica de León: 'El entusiasmo con que la villa de Grajal celebró tan fausto suceso no es fácil de describir. Danzadores caprichosamente vestidos luciendo su agilidad y destreza al son de la gaita y el tamboril, guardia civil de infantería y caballería, el clero, el pueblo todo y multitud de forasteros acompañaron a las religiosas desde la casa que habitaban a la Iglesia parroquial, y desde ésta al Convento, sin que lograra arredrarles la lluvia que caía en abundancia, ni el lodo que hacía intransitables los caminos'.

Retomar los lugares como espacios de convocatoria, de llamada a lo esencial, lo social, capaces no sólo de regenerar, sino de rehacer los valores permanentes de una comunidad agraria de las estepas de Tierra de Campos.

En definitiva, un trabajo hecho a medida: casas y lugares para hombres, y hombres para casas y lugares.

Moisés Puente




01 CASA DE SOL Y LLUVIA

'(Los chozos) . . proporcionaban a los labradores un refugio contra los ardores del sol en las horas de descanso y contra la lluvia en los días de tormenta'
J. González Garrido. La Tierra de Campos. Región natural. Palencia, 1941

Tomando la descripción de algo que ya no existe, reconstruirlo con un nuevo uso. Ya no son labradores los que caminan por estos campos (van en tractor), sino jubilados retornados de las grandes ciudades. Colocar estas pequeñas construcciones en cruces de caminos con el fin de servir de refugio contra los ardores del sol en las horas de descanso y contra la lluvia en los días de tormenta. Poder contemplar además la lluvia cayendo sobre un charco a los pies, o extender la vista por kilómetros de campos llenos de claros.

'Mi madre me decía que, en cuanto comenzaba a llover, todo se llenaba de luces y del olor verde de los retaños. Me contaba cómo llegaba la marea de las nubes, cómo se echaban sobre la tierra y la descomponía cambiando de colores'

Juan Rulfo. Pedro Páramo

Roma se cuela por entre los dibujos.






02 CASA DE LOS NIÑOS

Un regalo. Los abuelos de la localidad construirán una casa para sus nietos. Sólo hace falta recoger los travesaños almacenados en la estación de tren y montarlos en seco, aparejándolos sobre el promontorio de tierra del que se ha construido el pueblo.

Una atalaya con olor a brea. Una pila de madera como escenario de juegos. Una caja sólo para niños; donde poder mirar o mirarse, esconder o esconderse, guardar o guardarse. . .




03 CASA-REFUGIO

'Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta'
Juan Rulfo. Diles que no me maten del Llano en llamas

Tomar palomares abandonados como estaciones de servicio donde poder alimentarse y poder vaciar depósitos de aguas sucias. una pequeña cabaña que aloja en su base lo necesario para tener una cierta autonomía. Ruedas para marcharse. Darse cuenta de lo poco que vale el 'lejos' o 'cerca' en esta tierra desalquilada.




04 CEMENTERIO DE CASAS

Grajal de Campos se ha ido construyendo mordisqueando una loma. Ahora le toca vomitar tierra.Ya no se construye en adobe. Cada vez que se construya una nueva casa sobre una vieja, se obliga a arrojar los escombros en un montón-cementerio de casas junto al río. Por suerte no hace falta tratar los escombros; es cuestión de devolver tierra a la tierra.
Tras las destrucciones de ciudades en la II Guerra Mundial, montones de escombros se amontonaban, se cubrían de césped y se convertían en parques de nuevas topografías. La Octava Colina de Roma, el Testaccio, está hecha de vasijas de aceite amontonadas.

Desde este montón en la era, contemplar el espectáculo de trabajos agrarios en su arañar constante de estos campos de tierra (o Tierra de Campos).










05 CASA DEL CONDE

Lo absurdo de que palacio tan grande pertenezca a una sola persona incapaz de habitarlo. A partir de ahora será el pueblo el que lo habite. Al conde le basta con una casa de vacaciones en el jardín de Palacio. Casa-cofre como escenario teatral donde guardará sus 20 apellidos y 40 títulos nobiliarios. Eso sí, se le reserva el privilegio de una galería ya desaparecida, reconstruida en chapa metálica, desde la que poder mirar su propia casa, el jardín y el paisaje.Estructura y revestimiento interior de madera y revestimiento exterior de chapa Robertson. La casa se repliega en parte sobre sus paredes, como si de un decorado se tratara, para que en ausencia de los condes, el pueblo la utilice como pabellón de té sobre el jardín. La galería entonces se hace pública.










06 CASA DEL PUEBLO

Casas abandonadas deshechas por la lluvia mientras se desarrollaba el proyecto. Solares frente a palacio con montones de tierra-escombro. Un edificio que recupera las ruinas. Una gran maceta como jardín en primera planta de la posada. Otro montón para plantar un chopo como árbol del concejo.

Edificio que aglutina un programa variopinto, como la arquitectura popular de lo común, donde convivían granero, escuela y casa del concejo bajo el mismo techo.

Una torre mirador sobre paisajes-de-100-kilómetros, acercando el paisaje a gentes que históricamente le daban la espalda. Acercar el cielo porque 'si el cielo es tan alto, lo han levantado los castellanos de tanto mirarlo' (Miguel Delibes).Potius mori quan foedari reza el escudo de Grajal de Campos. Una capilla fúnebre para los que quieren morir donde han nacido.

'Pero si nosotros nos vamos, ¿quién se llevará a nuestros muertos? Ellos viven aquí y no podemos dejarlos solos'
Juan Rulfo. Pedro Páramo














07. CASA DE.......Moisés Puente







 
 

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