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1994. 23 LA CADENA DE CRISTAL |
CIRCO |
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LA ANARQUIA Y LAS CATEDRALES. CON UN ANEXO SOBRE LA TAPIA JAVIER ARNALDO Lyonel Feininger: Xilografía para el Programa de la Staatliche Bauhaus, 1919. 1. LA ANARQUIA Y LAS CATEDRALES El edificio escribe sin palabras novelas fatídicas, libros-destino, en los corazones de los hombres. La arquitectura es escritura sin transcripción fonética, dicta en bulto redondo un envolvente relato, largo, penetrante y frío, como una catedral gótica, como el lugar habitado por quimeras, deshabitado. Somete nuestras disposiciones a incidencias graves, a emisiones que carcomen nuestra responsabilidad, que cortan la vena aorta del albedrío. Así es el edificio, así somos. ¿Que se le podría resistir? La imprenta matará a la arquitectura, leemos en la novela Notre-Dame de Paris ambientada en el siglo XV. Victor Hugo, autor del libro, justifica asi lo dicho: En el siglo XV todo cambia. El pensamiento humano descubre un medio de perpetuarse, no sólo más duradero y más resistente que la arquitectura, sino tambien más sencillo y más fácil. La arquitectura es destronada. A las letras de piedra de Orfeo van a suceder las letras de plomo de Gutenberg. El libro va a matar al edificio. Hans Scharoun: Idea para la Casa del Pueblo,1919. La invención de la imprenta es el mayor acontecimiento de la historia. Es la revolución madre. Es el modo de expresión de la humanidad renovándose continuamente, es el pensamiento humano despojándose de una forma y revistiendo otra, es el cambio completo y definitivo de piel de esa serpiente simbólica que, desde Adán, representa la inteligencia. Bajo la forma de imprenta el pensamiento es más imperecedero que nunca; es volátil, inasible, indestructible. Se mezcla con el aire. En los tiempos de la arquitectura, se hacía montaña y se apoderaba fuertemente de un siglo y de un lugar. Ahora se convierte en bandada de pajaros, ... ¿Quiere decirnos que con el papel impreso se prescriben medicinas que combaten el mal de la piedra o, más bien, que se recetan precisamente los preparados químicos que lo provocan? No, el diagnóstico es mas grave: la imprenta pone en manos de los lectores antorchas para quemar iglesias. Prender fuego al espacio que nos obligaba a desposeernos de los actos de nuestra propia voluntad, matar al edificio con una ración de cerillas, significa sobreponerse a la inverosímil leyenda que había construido, iluminándola definitivamente. El poder de difusión del fuego, como el de una imprenta, sabrá desperdigar por el aire todos los componentes volátiles de la arquitectura. Una catedral de humo, sobrehumana como el gas, es el nuevo espacio sagrado. Pero, el edificio de las columnas de humo no es el que nosotros queríamos, sino una sublimación de nuestro oponente. Esta vez el presente no contrarresta el recuerdo de lo que se esfuma. La arquitectura es para la imprenta como leña para una chimenea. Ahora bien, cuando la imprenta sella la orden de condena de la arquitectura y ésta empieza a arder, notamos que su combustión es lenta y nutre el aire de un saber irrespirable. Lo más parecido a una alarma se desata con la sensación de asfixia. ¡Se estan quemando las letras de Orfeo! Nos estremecemos al oir el sollozo del habitante asediado, Orfeo, encantador de los animales. Le han destrozado las letras de un verso, han saltado las letras como chispas de brasa, descompuestas. Se han separado las letras de la palabra quemada. Bruno Taut: Casa de cristal. 1914. Pabell—n dedicado al escritor Paul Scheerbart. Decir arquitectura no es emplear una palabra cualquiera, sino mencionar un nombre roto, el de un héroe recluido en un asilo. Los cascotes de cristal de una lengua muerta, apilados en una montaña, están ardiendo. Construir es apagar un fuego. Vaciar de llamas el espacio, eso es arquitectura. Ayudar a que cristalice, a que se enfríe como una ley física, a que recupere la vida propia, como se carga una pila voltaica. El orden de lo cristalino, el edificio disponible, está entre los escombros. Deslumbra como una brasa. 2. LA TAPIA. Interpretemos la arquitectura y sus componentes (...). (...) Piensan los niños que las tapias están para saltarlas. Los mayores, sin embargo, las tienen por su forma predilecta de construcción, especialmente en los cercados, sea cual fuere la extensión de la finca que custodian. La tapia es el cuerpo sólido del contrato de propiedad para la arquitectura. El alma de la arquitectura se asienta en las salas de estar, pero la verdadera forma de legitimación del edificio es la tapia. El espacio recogido por la tapia es el de la posibilidad del edificio. La tapia pronuncia el principio, el Verbo en cuyo idioma se revelaron los misterios del interiorismo. La ley de la construcción se nos ha revelado encarnada en la tapia. Esta, a su vez, nos molesta como una barrera cuando reflexionamos sobre la arquitectura. Construimos cercando, defendiendo la privacidad como supremo bien del espacio. Pero, ¿de dónde procede mi espacio? ¿de lo que le rodea, de lo que me apresa? Más vale que me salga, si puedo. ¿Quién dijo que la arquitectura imita a la naturaleza? Se trata, más bien, de una naturaleza contra (mi) natura. Saltar tapias, empero, equivale a jugar en el espacio privado. ¿Es verdad que la arquitectura imita a la naturaleza? No, la arquitectura sólo imita a la inocente naturaleza en los criaderos de salmón. Javier Arnaldo. CIRCO M.R.T. Coop. Rios Rosas n. 11, esc. A, piso 6, 28003 MADRID. Editado por: Luis M. Mansilla, Luis Rojo y Emilio Tuñón |
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