Félix Arranz
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Premios y postales para la Estación. Hace algún tiempo, convesaba con amigos de Zaragoza, sobre lo oportuno o no de la presencia del proyecto de la Estación Intermodal de Zaragoza-Delicias en competiciones de premios y honores de arquitectura. Estuvimos de acuerdo en que la calidad del anteproyecto, necesaria para resultar elegido entre 18 rivales, en un concurso internacional, y las singularidades de la obra (entre otras: su tamaño), invitarían a tener un especial cuidado. La competencia de este primero proyecto y ahora edificio debería plantearse, si fuera posible y necesario, en el ámbito internacional. Para ello, no obstante, habría que esperar a ver el resultado final de la obra y así comprobar su grado de lealtad para con el anteproyecto inicial. Habían de intervenir todavía muchos factores, como para pensar de momento en premios y laureles: el azar de la vida, sin ir mas lejos, capaz de ayudar a ennoblecer la idea más absurda, y también a arruinar la industria más generosa. Azar que tan humilde y hermosamente declaró el poeta Gonzalo Rojas, al recibir el premio Cervantes: ‘si la poesía encarna en uno por azar, estos premios se dan también por azar’. Llegado agosto de 2004, con la línea ferroviaria y la infraestructura básica del edificio de la Estación inauguradas, en uso, la ciudadanía sigue a la espera de la resolución de las fases ‘perimetrales’ pendientes. Entre otras: la apertura de la totalidad de los vestíbulos y taquillas de la estación, el desarrollo del equipamiento urbano que vincule la Estación a su entorno: parques, viarios, transporte público, la apertura de la estación de autobuses y la puesta en marcha definitiva del Museo del Ferrocarril y de los equipamientos hoteleros y de negocios. Y, sin embargo, la Estación resultó, el pasado mes de junio, ganadora del PREMIO FAD de ARQUITECTURA 2004, en exaequo con el ‘Baluarte’, auditorio y palacio de congresos de Pamplona, proyecto del arquitecto navarro Patxi Mangado. El FAD es el Fomento de las Artes Decorativas, una institución civil, independiente, y centenaria, con sede en Barcelona, que durante los últimos 50 años ha ido identificando, año tras año, mediante jurados mixtos de arquitectos e ingenieros de gran prestigio profesional, los mejores frutos de la arquitectura, primero de Barcelona y catalana, luego española y, desde hace unos años, ibérica. [www.arq-infad.org]. Es notable y se ha de considerar, primero: el hecho de que las obras que han competido para este premio en esta edición han sido más numerosas que nunca, más de 500, y de una calidad excepcional según explicó el presidente del jurado, Emilio Tuñón, en el acto de entrega de los premios, ¡una excelente cosecha arquitectónica, la del 2003!; segundo: que el ámbito del premio FAD es ibérico, cubre el ámbito de España y Portugal, con independencia de la nacionalidad de sus autores; y tercero: la raíz colectiva de este premio, que se otorga al proyecto, obra y al conjunto completo de los agentes que han intervenido en su realización: no solamente a los arquitectos con su proyecto. A los arquitectos de la Estación ya se nos concedió, entiéndase, un ‘premio’ en el momento de la elección del anteproyecto que, como antes recordaba, se produjo en un concurso internacional, en enero de 2000. Haber sido nuestro anteproyecto elegido en aquella ocasión nos ha permitido participar, desde la arquitectura, en el desarrollo y la imagen contemporáneos de nuestra querida Zaragoza. A partir de aquel momento se iniciaba un proceso constructivo lleno de dificultades. Entre otras: las de la asistencia y coordinación de los miles de personas implicadas en el levantamiento, con sus manos, del edificio civil más grande nunca construido en la ciudad, y posiblemente en el país. La buena noticia, para todos, es que arquitecturas levantadas en Zaragoza (porque no es sólo el caso de la Estación), resultantes de enormes esfuerzos colectivos, en los que es absurdo y rancio identificar exclusivamente a los arquitectos, obtengan este tipo de valoraciones nacionales e internacionales, especialmente cuando se trata de premios tan prestigiosos. Es suficiente, no son necesarios más premios, no los necesitan los arquitectos, descanse el azar y disfruten todos de una arquitectura que, concédanmelo, sí que merece… una postal. De otro modo: el aprecio de los zaragozanos y zaragozanas por lo que es suyo, un bonito recuerdo, una foto enviada a los que están afuera,… del cielo, que protege a los viajeros, al llegar a Zaragoza. Félix Arranz |